miércoles, 6 de abril de 2011

Mirar al sol

Cuando pienso la cantidad de veces que me me dijeron siendo niño que nunca debía mirar directamente al sol, no puedo abandonar mi asombro.
Desde luego no recuerdo que los niños de cierta edad insistiésemos en hacer tal cosa, como tampoco los visualizo tirándose a una hoguera.
Lo que si visualizo en mi interior es la sensación que estas prohibiciones producía en mi mente infantil.
Curiosidad. Curiosidad ante algo nuevo, algo que ni siquiera te habías parado a  pensar. Ahora si, ahora quería mirar al sol. A lo prohibido
Pero no, nunca lo haría, y no se si por obediencia ciega ante un peligro, o por que simplemente, por muy niño que fuera, no era tan gilipollas para mirar algo donde sabía perfectamente que no había nada interesante (a excepción de esos eclipses ¡Malditos "mata retinas"!)
Y pasó mi adolescencia y casi mi juventud y la obediencia ha sido siempre rigurosa, casi ha sido mi máxima, mi  ley.
Obediencia tan rigurosa como asfixiante. Nacida del miedo al miedo, al más natural y desarrollada luego en miedo al dolor o daño propio. Más tarde y hasta hoy el miedo a no defraudar, dañar, ser regañado, ser apartado, como si el miedo pasase al terreno de los demás.

Señores, señoras, he decidido mirar al sol...al menos algún rato.




                                                                              Miedo. Joven y viejo

viernes, 1 de abril de 2011

Un padre

Un padre era ese señor, esa figura, esa presencia y no era mucho más.
Era trabajo, era dinero, autoridad y sentencia.
Ausencia, distancia y querencia a la rutina.
Ese señor era conductor, manitas y silencio.
Esa presencia en un abrazo invisible y por la magia de la edad se tranformó en mi retina en admirada presencia.
Un padre es ese hombre tranquilo, un hombre-niño más comprensivo y algo más abierto.
Ya no es ausencia, es cariño. En silencio y sin excesos.
Y todo eso me conecta a lo que fue y olvidé, porque hoy no es un nuevo hombre.
Un padre también era ese hombre de los cuentos en la cama, de poner voces a las películas animadas, de regalarnos el poder de la imaginación.
Hoy no es un Goya amargado por su muro sordo. A sus oídos desconectados responde con mirada ausente y sonrisa de niño. Verle así  me emociona; me doy cuenta de que la silueta distante a dado paso a la presencia cálida.
Te quiero padre.


De un joven viejo a un viejo joven

lunes, 28 de marzo de 2011

Nunca Jamás

Vuela a a los pies de mi cama Wendy,  entra por la ventana y no olvides tus tijeras. Deja agujas e hilo.
Espero sepas descoser como coses, Wendy. Descóseme la sombra por favor.
Esta sombra pesa y se interpone, me molesta y no me deja ser.
No he podido volar nunca. Rápido, descose.
Volaré sobre los tejados de Madrid y de Londres y no, no iré a Nunca Jamás. Nunca Jamás.
Le arrancaré hasta la ultima mota de polvo mágico a Campanilla, sin piedad.
!Wendy, date prisa por favor! ¿como? ¿que lo haga yo? ¿que es mi problema?
No te vayas por favor............!Wendy!
Descoseré sólo mi sombra, aunque sea lo último que haga...porque no quiero que sea lo último que haga.

Wendy ¡joder!

                                                        Un joven yo, una vieja sombra

viernes, 25 de marzo de 2011

Insignificancia

Es Imponente ese momento vital que se presenta como una especie de lucidez crítica, en la que pareces darte cuenta de como la vida te sitúa por diversas razones fuera de ti.
Y lo observas todo, como pasa por delante y que poco o mucho es importante.
En esa especie de viaje astral, te ves quieto y ves todo lo demás como insignificante, diminuto. Y no da precisamente risa.
El mundo se vuelve una miniatura de plástico llevada por los vientos del universo, gigante, sin límites.
Todo es ridículo. Todo lo humano es simplemente nada.
Ni las grandezas reconocidas (por nosotros mismos, por supuesto) de los logros humanos, parecen levantarse.
Pintores, pinturas, literatos, poesía, arquitectos, monumentos, filósofos, frases, pensamientos, científicos, medicinas, Ingenieros, tecnología...todo es plano.
Y es que ni siquiera es malo. No es.
El hecho de estar pensando en esto es en vano, por la conciencia de su repetición universal en miles de almas.
Y todo hasta que una mano cálida te coje. Y te conectas.
No sabes por cuanto tiempo ¿verdad?
Es que este viaje esta hecho de retales de colores, tamaños y estampados diferentes. Y también de vacíos.


Saludos desde fuera de mi.










Ni joven ni viejo

jueves, 24 de marzo de 2011

Tonto

Sicalipsis psicótica liofilizada
Sartén ternera entera
Subida bajada subida
Saber tos Sherlock
Sabroso desabrido
Vivo vivaz vibrante
Muerto mortal mortante
Joven tonto viejo

Si señor ¡como has oido!

viernes, 11 de marzo de 2011

Ardilla y mapache

Erase una vez dos pequeños animalillos que charlaban plácidamente en el claro de un bosque.
Mientras el rechoncho mapache amoldaba un montón de hojas secas y apoyaba su redonda cabeza, decía a su amigo ardilla:
- Ardillete, no se porque te empeñas en que nos vayamos de este lado del bosque ¡si esto es el paraíso! Tenemos de todo: frutos, sol, agua y un montón de amiguetes...
- ¡No me entiendes Mapacho! Estoy cansado de esto. Quiero arboles más grandes, diferentes. Nueva gente, otras semillas, otro sol!!
- Ya cambiamos de bosque el año pasado y te acompañé. Cambiaste de peinado y lo vi bien. Trataste otros animaletes desconocidos que fueron de repente como amigos íntimos y no te abandone y... ¿otro sol?
- Mira Mapacho, estoy hecho un lío, pero...te tengo que dejar aquí. Tengo necesidades que cubrir...constantemente.                        
- Bueno, no puedo hacer nada más por ti. Me voy, adiós Ardillete.

Mapachote se fue cabizbajo, hasta que desapareció en las sombras del bosque.
Una gota de saliva espesa cayó sobre la cabeza de Ardillete desde la aserrada y jadeante boca de un azulado y gigantesco lobo.


martes, 8 de marzo de 2011

Cyril Holland

Cyril con la nariz pegada al suelo. 
Respira sin remedio la tierra de Neuve Chapelle.
Sangre y despliegue doloroso de imágenes mentales desbordadas.
Su cerebro suelta lastre.
No puede hacer nada más que contemplarlas. No hará ya nada más.

El llegó a ser capitán, los galones ahora destrozados por una bala te lo dicen.
No dicen que estuvo en la India, que allí se demostraba lo que un hombre es a cada paso.

Sus pulmones no tienen fuerza ya, sus ojos no pueden ver. Sólo su mente derrama actividad incontrolable en una mirada hacia atrás.

Años antes, en Woolwich fue un cadete feliz y con desgana leía las cartas de su hermano.
Este era inseguro y eso le incomodaba.
Pero le quería y era toda su familia, la que le quedaba.
Y antes estuvo en el Radley college. El no quería estudiar.
Su hermano Vivian le lloró mucho en sus asustadas cartas.
Acababan de decirle que papá había muerto. Cuando ni siquiera sabía que aún seguía vivo.
Cyril si lo sabía y creía no importarle.
Mamá murió un año antes.
Su espalda quebró, tan delicada como su gusto por la belleza, tan alargada como la vergüenza  que su marido clavó en sus vidas.

La sangre caliente cubría su oreja.

Más atrás, años tumultuosos de huida y terror a ser descubiertos. De miedo al miedo.
De lavar el pasado. De borrar nombres. De simular identidades.
De: "cambia tu firma". De "ahora tu apellido es Holland"
Frío en Heidelberg. Nieve en Suiza. Fríos niños en una fría Europa.

La gravedad podía con sus miembros. Se iba. Ya casi no dolía.


Cyril 9 años, Vivian 8.
Iniciaron un exilio impulsado por la ignominia y deshonra,  levantada en polvareda por adultos de vista estrecha.
Niños.
Arrancados de los terciopelos de su dorada casa de Tite Street en su Londres natal.
Un Londres Victoriano hecho de carbón. Londres para Cyril, dorado y feliz.
Allí estaba: un gigante sonriente.
Un coloso que nadaba muy bien.
Montaña de perfume y elegante vestir.
Y el imponente padre se arrodillaba junto a  Cyril y Vyvyan, que así era el nombre original que dio a su hijo cuando nació. Vivian lo cambió ya adulto, avergonzado de no se sabe que.
Y ese gigante jugaba como ningún papá Victoriano hizo.
Si el le quería.
Le quería.
Ese niño entonces no era un Holland.
Ese niño era un orgulloso Wilde.

Balbuceo en el suelo su último pensamiento  "Yo soy hijo de Oscar..."







Joven Wilde, viejo Holland